LUZ Y SOMBRA

Exposición colectiva internacional

1ª edición

En el principio fue la luz. No la luz que todo revela, sino aquella que se atreve a rozar lo invisible, a insinuar el misterio en lo que ilumina. La fotografía nació de ese pacto entre la claridad y la penumbra, entre el deseo humano de fijar la realidad y la necesidad de perderla en el resplandor o en la sombra. Toda imagen es una tensión: lo que se muestra y lo que se oculta, lo que se ilumina para ser comprendido y lo que se deja en penumbra para ser sentido.

“Luz y Sombra” reúne miradas que comprenden que la fotografía no es sólo un registro del mundo, sino una forma de pensarlo. Cada obra aquí expuesta parte de un mismo gesto: interrogar la materia de la realidad a través de su tránsito lumínico. La luz no es inocente; construye espacios, impone jerarquías, da forma a los cuerpos y a las ausencias. La sombra, en cambio, cuestiona. Se rebela contra el exceso de visibilidad, devuelve el misterio al objeto, protege su silencio. Ambas "luz y sombra" son fuerzas en diálogo, pulsaciones contrarias que sostienen el equilibrio del instante.

Toda fotografía nace de una elección ética y estética: decidir qué revelar y qué callar. En ese acto se inscribe la conciencia del artista, su lectura del mundo, su forma de resistir a la uniformidad de la mirada contemporánea. Las obras que integran esta exposición no buscan imitar la realidad, sino reinventarla desde su resquicio lumínico, desde el borde en que una sombra se convierte en pensamiento o una luz en recuerdo.

Cada imagen entonces es una duración detenida, una memoria de lo efímero. En ellas, la luz no sólo toca los objetos: los hace existir. Pero toda luz, al afirmar su presencia, engendra su contracara. En el territorio de la sombra, la fotografía se vuelve conciencia. Allí habita lo que no pudo decirse, lo que el resplandor dejó atrás.

“Luz y Sombra” no es sólo una exposición de fotografías; es una meditación sobre la dualidad que sostiene toda experiencia humana. Es el intento de reconciliar contrarios, de entender que el sentido no se encuentra ni en la claridad total ni en la oscuridad absoluta, sino en la frontera donde ambas se tocan.

El visitante está invitado a mirar más allá de la superficie. A dejar que la luz le revele y la sombra le cuestione. A reconocer que, en el arte, como en la vida, sólo quien aprende a habitar el claroscuro puede ver con plenitud.

Félix Ayurnamat